Cómo se siente “sentirte bien”: señales que no siempre notamos

Cómo se siente “sentirte bien”: señales que no siempre notamos

Cuando hablamos de “estar bien”, solemos pensar en metas grandes: llegar a cierta talla, correr tantos kilómetros, tener energía infinita. Pero la realidad es que sentirse bien no siempre viene con fanfarria ni con un antes y después perfecto en fotos. Muchas veces se manifiesta en pequeños detalles del día a día, señales sutiles que solemos pasar por alto, pero que dicen mucho más de nuestra salud y de nuestra relación con nosotras mismas.

Sentirte bien no siempre significa dormir 8 horas exactas, sino levantarte con la sensación de haber descansado de verdad. Abrir los ojos y no sentir que arrastras el cansancio del día anterior ya es un triunfo enorme. El cuerpo, en silencio, te agradece cuando lo escuchas y le das lo que necesita.

Hay un cambio hermoso cuando aprendes a distinguir entre comer por ansiedad y comer porque tu cuerpo de verdad lo pide. Sentir hambre real esa sensación clara, tranquila, que te invita a nutrirte es una señal de que estás más conectada contigo. La comida deja de ser un castigo o una culpa, y se convierte en un acto de cuidado.

No se trata de cuánto levantas o cuánto corres, sino de esa ligereza interna cuando subes una escalera sin quedarte sin aire, cuando tu cuerpo responde con energía en lugar de quejarse con pesadez. Es disfrutar del movimiento porque te sientes capaz, y porque lo haces desde el respeto, no desde la obligación.

Sentirte bien también es darte permiso. Comer ese postre sin remordimiento, tomar un descanso sin que tu mente lo catalogue como “pereza”, salir a caminar solo porque sí. La culpa consume energía; liberarte de ella te devuelve calma y vitalidad.

De pronto notas que ríes con más facilidad, que la vida cotidiana pesa un poco menos. Que tienes la paciencia para resolver, la suavidad para escuchar y la fuerza para seguir. Son cambios invisibles para los demás, pero profundamente valiosos para ti.

Todas estas señales son maneras en que tu cuerpo te habla. A veces en voz baja, a veces con gestos casi imperceptibles. Lo importante es aprender a reconocerlas, a leerlas no desde la exigencia de “quiero más”, sino desde la gratitud de “ya me siento mejor”.

Sentirse bien no siempre se traduce en un logro espectacular. A veces es simplemente descansar mejor, comer con calma, moverte con gusto y vivir con menos culpa. Son esas señales, pequeñas pero poderosas, las que revelan que tu cuerpo no solo existe para exigirse, sino también para agradecer, disfrutar y sostenerte cada día.

Porque al final, sentirse bien es aprender a celebrar lo invisible, lo que pasa dentro y lo que se refleja en cómo habitas tu vida. 

Firmado,
KIRA


Dejar un comentario

Este sitio está protegido por hCaptcha y se aplican la Política de privacidad de hCaptcha y los Términos del servicio.